jueves, 11 de junio de 2015

Los retos que nos lanza el Universo

 
A veces nos preguntamos por qué tienen que ocurrir ciertas cosas. A  veces nos vemos desbordados por los acontecimientos. En las últimas semanas ciertamente me lo he preguntado bastante a menudo al verme en una vorágine que no estaba en mis planes.

Una de mis más queridas amigas, una mujer joven de unos 40 años, tiene cáncer y parece que está ya en la última fase. Eso ya de por sí es un acontecimiento impactante por dondequiera que lo miremos. Las cosas se complican cuando, tras meses de buscar un nuevo hogar para las dos perritas que ella rescató hace algún tiempo, la búsqueda no dio frutos.

¡Feliz descanso!
Las dos perritas, pinschers miniaturas, madre e hija de 8 y 3 años, fueron abandonadas por el propietario anterior que había utilizado a la mamá para criar camada tras camada.  Marchó dejándolas abandonadas en el jardín de la casa donde vivían. Cuando la agente inmobiliaria fue a visitar la propiedad las encontró. Al no poder tenerlas ella, mi amiga les ofreció un hogar de acogida que se convirtió en permanente.

Ahora, bajo las circunstancias actuales, se había hecho urgente encontrarles una nueva familia.  Sólo surgió una oferta pero la señora ya tenía cuatro perros más y una de las hembras tuvo un ataque de histeria cuando llegaron las "intrusas".  Más tarde nos dimos cuenta de por qué.

Ante esta situación no quedaba más remedio que traerlas a casa porque mi amiga ya no está en condiciones de cuidar de ellas. Sasha, mi perro, las aceptó de muy buen grado. De hecho en esgtas ocasiones  aflora más que nunca la nobleza de su carácter y su generosida.  ¿quieren ocupar mi cama?  De acuerdo.  ¿Quieren probar mi comida?  Adelante ... 

Las gatas no las aceptaron tan bien: cada una reaccionó de manera diferente. A Mamá gata no le gustaba que corrieran tras ella así que se postó  detrás de la puerta de entrada y una mañana cuando entraban les dio un buen zarpazo que sentó muy claramente las bases de su relación futura.  Chaia, la otra gata, decidió que nadie la iba a expulsar de su sillón, de manera que se mantuvo firme pero adoptando una postura discreta para no llamar la atención. La hija de mamá gata, que es bastante tímida, optó por marchar por la mañana temprano y no regresar hasta la noche cuando anunciaba su retorno subiendo a la ventana para que se le abriera la puerta. Son un encanto pero, claro, sus movimientos tan rápidos y stacatto  son completamente distintos de las cadencias fluidas de un collie barbudo que, incluso en sus momentos bulliciosos, es ritmico

Todo iba encaminándose bastante bien hasta que sobre el cuarto día después de su llegada me di cuenta de que a Miranda, la hija, le estaba empezando el celo. ¡Cielos! Creíamos que estaban esterilizadas.  Ahora comprendimos por qué la perra de la otra señora se había alterado tanto. De hecho Sasha se había mostrado bastante interesado desde su llegada pero pensé que simplemente se trataba de que eran nuevas y había que investigarlas. ¡Pero no!

Así empezó una semana colmada de estrés, tanto para Sasha como para mí - sola en casa intentando manejar la situación con las gatas, una perra en celo y un macho abrumado por los olores que lo rodeaban.

Contacté de inmediato con su veterinaria para concertar cita para la operación de Mamá, Ophelia. Me informo que tenía un soplo que, aunque asintomático, estaba ahí - un factor de riesgo considerable.  La cirugía sería el lunes.  El domingo por la noche vi que Sasha empezaba a estar muy interesada en ella y a la mañana siguiente vi una manchita de sangre. La veterinaria, una mujer magnífica, que ofrece, además de la medicina alopática, toda una gama de terapias alternativas, era reacia a intervenir pero, dadas las circunstancias, optó por ir adelante.  Afortunadamente salió todo bien y Ophelia se está recuperando a marchas forzadas.

Ese mismo día la veterinaria se convirtió en mi ángel de la guarda porque se ofreció a tener a Miranda en su casa hasta que se le acabase el celo ya que su perra también estaba en celo en estos días.

A pesar de todo el estrés, esta situación me brindó la oportundiad de comprobar una vez más la eficacia de las terapias, tanto de TTouch como de la zoofarmacognosis.

Cuando llegaron a la casa Ophelia empezó a tomar hipérico (40ml al día) y además elegían las dos aceite esencial de neroli y de mimosa.

Los primeros días les puse a todos los tres un medio vendaje que ayudó a tranquilizarlos.  También recibieron su sesión de TTouch.  Se notaban puntos calientes en las orejas, y con el comienzo del celo y después de la cirugía calor en la zona lumbar y sacral.

Miranda también elegía neroli y mimosa además de sándalo (Es sensible a los ruidos) e incienso (Es bastante miedosa). Con el comienzo del celo eligió rosa, tanto otto como absoluto, geranio y salvia sclarea - una seleciión muy clara y contundente. También eligió vainilla y se durmió profundamente con unos ronquidos sonoros.

La noche después de la cirugía Ophelia eligió abedul y gaulteria porque seguramente sentía alguna molestia y posiblemente con algún dolor.  Después eligió mimosa (Hay que tener en cuenta que falta su hija de la cual no se había separado nunca).  Desde la intervención quirúrgica no ha querido tomar más hipérico. Esta mañana vi alguna mancha de suero donde había dormido así que eché aceite esencial de aquilea sobre la herida que está sana y limpia.

Los olores contradictorios que emanaban de Ophelia tras la operación ya empiezan a remitir con lo cual Sasha puede encontrar de nuevo su tranquilidad. Seguramente habrá algún revuelo cuando vuelva Miranda, pero con la ayuda de TTouch y zoofarma se encontrará la tranquilidad de nuevo.

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