A lo largo de estos días en que se
producían tantas incidencias con el celo de Miranda y la esterilización de su
mamá, Ophelia, me di cuenta - si es que necesitaba que me lo recordaran - de la
importancia de establecer una buena base con los animales que comparten nuestra
vida, tanto desde el punto de vista comportamental como emocional.
Desde pequeñito Sasha, mi beardie, había
aprendido unos comportamientos básicos para su propia seguridad y para
facilitar la convivencia. Cuando era
cachorro padecía una severa ansiedad por separación por lo que le tuve que
dedicar mucha atención y sacar provecho de todas las terapias a mi alcance.
Como es lógico, tanto el TTouch como la zoofarmacognosis ocuparon un lugar
privilegiado y destacado en todo este proceso.
En los últimos días he dado gracias por
haber hecho ese esfuerzo, porque he podido cosechar los beneficios de él. A pesar de estar rodeado de hembras en celo,
tiene tan arraigadas sus enseñanzas que respondía a las peticiones y cumplía
con lo requerido - a veces con una mayor demora de lo normal (que lo
comprendo), pero lo hacía.
Cuando se preparaba la comida se tumbaba
en su cama como siempre y esperaba hasta que se le llamara sin correr detrás de
las perras. Al salir del auto, se sentaba y esperaba como siempre para ser
"liberado". Acudía cuando se le llamaba y obedecía cuando se le decía
que "dejase" a las perritas, lo cual, hay que reconocerlo, requiere
una enorme fuerza de voluntad.
En todas estas "pequeñas" cosas
me ha facilitado mucho todo el proceso de gestionar la situación tan difícil
que se me había presentado, pero mi mayor
satisfacción ha sido el poder comprobar que debido a las técnicas de
TTouch y de la zoofarma, él mismo ha sido capaz de encontrar ese espacio
interior de tranquilidad que tanto había trabajado para conseguir. Con su vendaje puesto era capaz de relajarse
y el trabajo corporal ayudaba a gestionar momentos de mayor dificultad. Con sus aceites encontraba un espacio de
calma y algunos aceites le ayudaban a gestionar la situación hormonal.
Creo que semejante logro no tiene precio.
Al fin y al cabo lo que buscamos siempre es enseñar a nuestros compañeros que
existe un lugar de tranquilidad. Cuando hayan experimentado ese espacio una vez
les resultará más fácil encontrarlo de nuevo, y cuantas más oportunidades les
ofrezcamos para que entren en él, más ancha será la puerta de entrada.
Les puedo asegurar que cuando surjan los
momentos de dificultad, ¡se alegrarán de haber hecho esta inversión de tiempo,
paciencia y dedicación!
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