Ayer Miranda regresó a casa. Llevé
a su mamá, Ophelia, a la consulta veterinaria para que se encontrasen en
terreno neutro. Fue interesante todo el proceso.
Cuando
llegó la veterinaria con Miranda, se olieron las dos perritas, primero investigación
inguinal y después anal. Luego Ophelia le colocó la cabeza encima del hombro de
la hija. Las dejamos sueltas en la consulta para que tuvieran la libertad de
alejarse o acercarse. Miranda estaba más
nerviosa y tímida y se mostraba un poco
insegura. Lo que más quería era acercarse a mí.
En el coche viajaron las dos
tranquilamente dentro del transportín grande.
Al llegar a la casa, Miranda se lanzó a explorar el jardín y todos los
rincones que recordaba perfectamente. Sasha se acordaba de ella y se mostraba
interesado por lo que habría que pensar que posiblemente hubiera un olor
residual.
Para que se entretuvieran, les dimos un
hueso a cada uno pero cada cual estaba más interesado en el huesoajeno. Al principio Sasha estaba más preocupado por
Miranda, pero después de unos minutos se llevó su hueso a un cuarto, cosa
atípica en él porque siempre prefiere comer sus huesos sobre el cesped, pero
ese espacio lo estaban acaparando las dos perritas.
Ophelia y Miranda se observaban mútuamente
y fue curioso ver su comportamiento.
Ophelia quiso montar el borde de la cama y Miranda en una ocasión quiso
montar a su madre quien, evidentemente, ya no olía como antes despues de la
esterilización. Antes siempre dormían juntas en la misma cama pero ayer se
mantuvieron separadas en todo momento.
Para ayudarlas a buscar un nuevo
equilibrio les puse un medio vendaje a los tres y a partir de ese momento
empezaron a relajarse.
Por la tarde les hice una sesión de
zoofarmacognosis a las dos perritas.
Miranda, que se había interesado tanto por los aceites de rosa cuando
estaba en celo, no quiso ni verlos ayer. Los aceites que eligió con gran
entusiasmo e interés fueron incienso y manzanilla. Luego se durmió. Después se mostró un poco interesada en el
aceite de mimosa, pero no demasiado, y sobre todo hoja de violeta - lógico en
vista de los cambios - que olfateó dando muchas y muy variadas señales de
apaciguamiento. El último aceite que eligió fue el de sándalo y luego se
levantó y se fue.
Ophelia, por su parte, eligió hoja de
violeta, ylang ylang y lúpulo. También
en estos días sigue tomando aceite de salvado de arroz.
Por la tarde se acomodaron cada una en un
lugar y durmieron en el mismo cuarto por la noche.
Esta mañana amanecieron tranquilas y los
tres parecen haber encontrado su lugar.
El comportamiento con el hueso de hoy fue totalmente distinto: cada uno
se llevó el suyo a un lugar y se lo comió tranquilamente sin preocuparse de los
demás.
Ophelia y Miranda han vuelto a dormir juntas en la misma cama y
Miranda parece estar aprendiendo de su mamá un comportamiento más respetuoso
con las gatas ya que, durante la ausencia de Miranda Ophelia había establecido
una relación de respeto mutuo con ellas.
Esta experiencia demuestra la importancia
de lo que a nosotros nos pueden parecer cosas insignificantes, el cambio de
olor (que nosotros ni percibimos), una ausencia corta para nosotros pero que ha
supuesto la oportunidad de buscar cierto grado de independencia de la madre.
Los reajustes han sido importantes pero han sabido manejarlos para encontrar un
nuevo equilibrio.
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