El día que
volvió Ophelia después de la intervención quirúrgica, las gatas no tardaron
mucho en percatarse de que sus facultades estaban disminuidas. En seguida
volvieron a ocupar espacios que habían abandonado desde la llegada de las dos
minis. Mamá gata se tumbó en el respaldo del sillón y Chaia empezó a caminar
con tranquilidad por sus fueros. La más joven, que había adoptado la estrategia
de huir desde la mañana a la noche, decidió que podía regresar a casa antes y
así lo hizo.
A medida que
Ophelia se ha ido reponiendo y recuperando sus bríos de siempre, las gatas no
han cedido el terreno recuperado, aseguradas, creo yo, por el hecho de que
Ophelia no se movía con tanta rapidez como antes. Por su parte, Ophelia ha
aprendido que, si mantiene una pequeña distancia y no intenta correr tras
ellas, las gatas no la van a importunar tampoco.
Ahora veremos
cómo se desarrolla el panorama cuando vuelva Miranda.
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