sábado, 20 de junio de 2015

El Reencuentro


Ayer Miranda regresó a casa.  Llevé  a su mamá, Ophelia, a la consulta veterinaria para que se encontrasen en terreno neutro. Fue interesante todo el proceso.

Cuando  llegó la veterinaria con Miranda, se olieron las dos perritas, primero investigación inguinal y después anal. Luego Ophelia le colocó la cabeza encima del hombro de la hija. Las dejamos sueltas en la consulta para que tuvieran la libertad de alejarse o acercarse.  Miranda estaba más nerviosa y  tímida y se mostraba un poco insegura. Lo que más quería era acercarse a mí.

En el coche viajaron las dos tranquilamente dentro del transportín grande.  Al llegar a la casa, Miranda se lanzó a explorar el jardín y todos los rincones que recordaba perfectamente. Sasha se acordaba de ella y se mostraba interesado por lo que habría que pensar que posiblemente hubiera un olor residual.

Para que se entretuvieran, les dimos un hueso a cada uno pero cada cual estaba más interesado en el huesoajeno.  Al principio Sasha estaba más preocupado por Miranda, pero después de unos minutos se llevó su hueso a un cuarto, cosa atípica en él porque siempre prefiere comer sus huesos sobre el cesped, pero ese espacio lo estaban acaparando las dos perritas.

Ophelia y Miranda se observaban mútuamente y fue curioso ver su comportamiento.  Ophelia quiso montar el borde de la cama y Miranda en una ocasión quiso montar a su madre quien, evidentemente, ya no olía como antes despues de la esterilización. Antes siempre dormían juntas en la misma cama pero ayer se mantuvieron separadas en todo momento.

Para ayudarlas a buscar un nuevo equilibrio les puse un medio vendaje a los tres y a partir de ese momento empezaron a relajarse.

Por la tarde les hice una sesión de zoofarmacognosis a las dos perritas.  Miranda, que se había interesado tanto por los aceites de rosa cuando estaba en celo, no quiso ni verlos ayer. Los aceites que eligió con gran entusiasmo e interés fueron incienso y manzanilla.  Luego se durmió.  Después se mostró un poco interesada en el aceite de mimosa, pero no demasiado, y sobre todo hoja de violeta - lógico en vista de los cambios - que olfateó dando muchas y muy variadas señales de apaciguamiento. El último aceite que eligió fue el de sándalo y luego se levantó y se fue.

Ophelia, por su parte, eligió hoja de violeta, ylang ylang y lúpulo.  También en estos días sigue tomando aceite de salvado de arroz.

Por la tarde se acomodaron cada una en un lugar y durmieron en el mismo cuarto por la noche.

Esta mañana amanecieron tranquilas y los tres parecen haber encontrado su lugar.  El comportamiento con el hueso de hoy fue totalmente distinto: cada uno se llevó el suyo a un lugar y se lo comió tranquilamente sin preocuparse de los demás.

Ophelia y Miranda  han vuelto a dormir juntas en la misma cama y Miranda parece estar aprendiendo de su mamá un comportamiento más respetuoso con las gatas ya que, durante la ausencia de Miranda Ophelia había establecido una relación de respeto  mutuo con ellas.

Esta experiencia demuestra la importancia de lo que a nosotros nos pueden parecer cosas insignificantes, el cambio de olor (que nosotros ni percibimos), una ausencia corta para nosotros pero que ha supuesto la oportunidad de buscar cierto grado de independencia de la madre. Los reajustes han sido importantes pero han sabido manejarlos para encontrar un nuevo equilibrio.

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