"... estudios fisiológicas revelaron
dos principios relativos a los mapas sensoriales. Primero, tanto en los seres
humanos como en los monos cada parte del cuerpo está representada
sistemáticamente en la corteza. Segundo, los mapas sensoriales no son meras
réplicas directas en el cerebro de la topografìa superficial del cuerpo. Por el contrario, implican una distorsión
espectacular de la forma del cuerpo pues cada región está representada en
proporción directa a su importancia para la percepción sensorial y no en
relación con su tamaño. Así, las yemas de los dedos y la boca, regiones
extremadamente sensibles para el tacto, tienen un representación mucho más
grande que la piel de la espalda, más extensa pero menos sensible. Esa
distorsión en la representación refleja la densidad de la inervación sensorial
en diferentes zonas del cuerpo. Woolsey descubrió luego distorsiones similares
en otros animales experimentales; en los conejos, por ejemplo, la cara y la
nariz tienen la representación más grande en el cerebro porque son las
herramientas primordiales que utiliza el animal para explorar el ambiente.
Además, ... la experiencia puede modificar esos mapas internos."
En busca de la memoria: Eric R. Kandel.
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