Desde hace veinte años viajo cada año a Bolivia. En Bolivia la tenencia de mascotas es una actividad muy minoritaria. En general los animales se tienen como fuente de alimentación o de lana o, en caso de los perros, para guardar los rebaños en el campo.
En la ciudad de Cochabamba, sin embargo, hay MILES de perros callejeros que deambulan a su aire, y en todos estos años una cosa que me ha llamado poderosamente la atención es que no he presenciado nunca una pelea entre estos perros. En los últimos años desde que estoy involucrada en el mundo de TTouch y de las terapias para animales me he dado cuenta de que la clave es que estos perros pueden moverse cuando y donde quieran y tienen la posibilidad de elegir. Andan solos o en pequeños grupos flexibles que se reúnen y se separan a voluntad. Por la calle hay abundante basura donde pueden buscar su sustento. Tienden a mantener la distancia de la gente, pero incluso en el entorno del mercado de La Cancha que los miércoles y los sábados es un auténtico hervidero de gente, los perros buscan la manera de transitar sin molestar a nadie y evidentemente leen las comunicaciones provenientes de sus congéneres. Incluso cuando hay una hembra en celo, como ocurrió los últimos días de mi estancia más reciente, y se juntaron unos treinta perros no se produjo ninguna pelea ni altercado. Aumentaron los ladridos, eso sí, pero en gran medida esto se debía a los perros encerrados en propiedades privadas por donde pasaban los perros callejeros.
¡Cuán diferente es la situación de nuestros animales domésticos! En general no tienen libertad alguna y somos nosotros los que lo decidimos todo - cuando y qué comerán, cuanto ejercicio harán y donde y con quien etc.
Esto debería incitarnos a reflexionar sobre la enorme responsibilidad que tenemos. En el momento en que le ponemos una correa a un animal somos NOSOTROS los responsables de su equilibrio físico, mental y emocional. Merece la pena meditar sobre esta responsabilidad.
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