Cuando volví de un curso de TTouch en Suiza me encontré con que unos vecinos habían matado una gatita y su familia a los que yo daba de comer desde hacía tiempo. Después de unos días descubrí que la gatita más pequeñita de la camada se había salvado, probablemente porque era la más tímida y se había escondido. La encontré famélica en la copa de un árbol de mi jardín. Cuando ganó un poco de confianza y apretaba el hambre bajó y poco a poco fue ganando un hueco. La bautizamos "Chaia" (pronunciado Jaya) de la raiz hebrea que significa "Vida" porque nos pareció que había vuelto a nacer.
Chloë, la mamita |
Al poco tiempo apareció otra gatita de pelo largo - una autentica hermosura - que había sido expulsada de su casa por otros vecinos. Como había tenido casa supuse - erróneamente - que estaría esterilizada. Resultado: al poco tiempo me di cuenta de que estaba embarazada. Siguió vivendo fuera en el jardín hasta el día antes del parto.
Era un sábado y había salido a clase de educación canina. A la vuelta encontré a mi marido en estado de gran excitación. La gatita había entrado en casa gimiendo y se había instalado sobre su regazo. Al poco tiempo expulsó un bulto de sangre. Asustado y sin saber qué hacer, la había acomodado en la jaula del perro y es ahí donde la encontré cuando llegué.
Estaba muy mimosa así que pasé bastante tiempo haciendole "la tortuga" en la barriguita y parecía que agradecía ese movimiento rotatorio ya que dejaba de gemir y de llorar. Posteriormente he podido comprobar con las gatitas de la calle a las que doy de comer cada mañana que efectivamente "la tortuga" es un masaje que aceptan muy bien cuando están embarazadas.
A la mañana siguiente (el último domingo de marzo) ya había tres gatitos: dos hembritas y un macho precioso, negro como el azabache. La madre se había vuelto muy silenciosa, y durante los primeros días no salía de la jaula ni para comer así que le instalé una bandeja para que hiciese sus necesidades y le metía la comida dentro de la jaula. Fue una madre ejemplar.
Pelé, Kitty con la llama en la carita y Missie |
Cuando a las cuatro semanas los gatitos empezaron a salir a explorar el mundo empecé a hacerles TTouch para que se acostumbrasen al tacto humano. Descubrí que a ellos también les gustaba "la tortuga ". Cuando tenían 7 semanas encontré una casa magnífica para una de las hembras (Kitty) y su hermanito (bautizado Pelé por sus habilidades con la pelota) que hicieron el verano inolvidable para los nietos de su nueva mamá. Se dejaban llevar en cuello, los acostaban en la tumbona, y jugaban de la mañana a la noche. Cuando marcharon los niños los gatitos los echaron mucho de menos.
Chaia y Missie, las "escuderas" |
La otra hermanita decidimos quedárnosla. Se llama Missie. Cuando tenía 10 semanas teníamos que hacer un viaje al norte y decidimos llevarla con nosotros. Unos días antes del viaje le di de comer en la autocaravana y un par de días antes del viaje encendí el motor. No le gustaba la idea de estar en la jaula y, como serían muchas horas de viaje, opté por llevarla en el asiento conmigo. La acomodé en un cojín y empecé a hacer TTouch, deslizamientos por todo el cuerpo y círculos y deslizamientos por las orejas. A la media hora se había acostumbrado al movimiento del vehículo y se había tranquilizado por completo. Pasó el viaje entero echado en el asiento a mi lado, y durante la estancia se acostumbró a vivir en esta nueva casa de tamaño reducido. Una vez más TTouch nos había facilitado la vida. Entretanto Missie y Chaia se han convertido en grandisimas amigas.